Las Raízes Espirituales De La Crisis Medioambiental
Por el rabino Yonatan Neril. Traducido por Mariona Bonsfills.
Los seres humanos creen, en su arrogancia, que si continúan desarrollando el mundo a partir de las eternamente-renovándose ciencia y tecnología, finalmente conseguirán un estado ecológico que sostendrá una gratificación ilimitada de los sentidos y una vida de infinito placer y comodidad para todos. No puede haber mayor error que este.
(Del rabino Eliyahu Dessler)1
En nuestros tiempos empezamos a ser testigos de la debilitación del equilibrio ecológico del planeta por causa de la influencia humana: la reducción de los bosques tropicales, la expansión de las zonas desérticas, la quema de bosques, el calentamiento global.2 Qué está causando la deterioración del mundo natural? Es innegable que hay razones materiales, del ámbito de la física, pero también existen estructuras sociales profundamente enraizadas que están suscitando severos riesgos medioambientales. No obstante, reducir esto a los simples conceptos de “combustibles fósiles”, “uso de madera”, o hasta “consumismo” nos proporciona solo una respuesta inacabada, parcial.
Más allá de las causas físicas, la crisis medioambiental emite un mensaje mucho más profundo. El deterioro generalizado de la naturaleza indica que nuestro estilo de vida excede las capacidades de la Tierra. Consiguientemente, esta crisis medioambiental refleja también una crisis espiritual. Las distintas perturbaciones ecológicas son el espejo del desequilibrio interior que sufren billones de seres humanos. El cambio que se requiere de nosotros para salvar esta situación es pues, en cierto grado, de cariz espiritual.
El Talmud dicta que tanto el Primer como el Segundo Templo fueron destruidos como resultado de los pecados del pueblo de Israel: el Primer Templo por causa de la adoración de ídolos, la inmoralidad sexual y del derramamiento de sangre; mientras que la demolición del Segundo se debió al odio irracional.3 El Maharal de Praga interpretó que “la destrucción [del Primer Templo sucedió] cuando no era adecuado para el Shechina [la Presencia Divina] residir entre ellos, entre su impureza”.4 Desde una perspectiva inmediata, física, los babilónicos destruyeron el Primer Templo y los romanos el Segundo. Pero la causa última, dicen los Sabios talmúdicos, fueron los mismos judíos mediante sus actos, los que determinaron el destino del Templo.
Para probar esta afirmación, los Sabios tienen el registro de una historia poderosa sobre el general babilónico Nebuzaradan una vez había prendido en llamas el Primer Templo. “Su mente rebozaba euforia [por su triunfo], cuando una voz descendió del Cielo y se dirigió a él del siguiente modo: “Has dado muerte a personas ya difuntas, has quemado un Templo ya en sus cenizas….”5 En un plano físico, el Templo no se había “ya quemado”, no estaba en sus cenizas – de hecho, los Cohanim (sacerdotes) estaban llevando ofrendas al Templo justo antes de que fuera destruido. Más allá del plan físico, pero, el Talmud nos está hablando de un deterioro espiritual que abrió el camino para la destrucción de la estructura física.
Abordando la Raíz de la que brotó la Crisis Medioambiental
El Talmud nos enseña que, si verdaderamente queremos comprender un problema, necesitamos mirar bajo la mera superficie para entender las causas subyacentes, los fundamentos, que no recaen sobre la salud física sino sobre la salud espiritual de los humanos. Si uno se ciñe solo a causas físicas (como serían, en el caso del Templo, los ejércitos enemigos), este puede incorrectamente creer que esas son la única razón por la que un efecto sucede. La respuesta que podamos dar al problema, por consiguiente, se verá también limitada solamente al plano físico. Así mismo, si descuidamos el subyacente origen espiritual, el problema continuará reapareciendo en distintas formas físicas, brotando de esta raíz original, más profunda. Por otro lado, como expuso el rabino Shlomo ben Aderet (Rashba, España, siglo XIII), cuando haces frente a la raíz del problema, los problemas que de esta han surgido se disipan de forma natural.6
Nuestra costumbre hoy es dirigir la mirada hacia científicos y políticos esperando que nos den soluciones tecnológicas a los desafíos ecológicos. Si el problema es que hay demasiado carbono en la atmósfera y que nos excedemos en el uso de combustibles fósiles, la solución pasará por coches híbridos, bombillas incandescentes, y otras soluciones tecnológicas. Sin embargo, estas soluciones no son suficientes para contrarrestar los problemas globales actuales. Por ejemplo, el problema de cómo afrontar el cambio climático y los otros riesgos medioambientales no puede ser resuelto unilateralmente con tecnología, sino que también requiere que las personas cambien su actitud y su forma de consumir energía. Un informe del Instituto Global McKinsey expuso que China depende de centrales térmicas de combustión de carbón para producir el 85% de toda la energía estatal. El informe estimó que si China fuera una líder emergente en coches eléctricos y decidiera reemplazar los coches de gasolina por coches eléctricos de tamaño similar, solo reduciría un 19% de las emisiones de gases invernadero de los automóviles.7 Esto se debe a que los coches eléctricos dependerían de la energía generada mediante la combustión de carbón. Varios científicos han declarado que la humanidad debe reducir sus emisiones muchas veces esta cantidad con tal de suavizar el impacto que está teniendo y tendrá el cambio climático.
El aspecto más importante y poderoso de un enfoque medioambiental judío puede que sea nuestra concepción de que, a no ser que reparemos las raíces espirituales de la crisis medioambiental, los problemas que se ramifican de esta no serán afrontados de forma concluyente o significativa. Durante las últimas décadas hemos visto y de algún modo hecho frente a numerosos riesgos medioambientales, desde reducir el agotamiento de la capa de ozono a reducir la cantidad de residuos mediante las campañas de reciclaje. No obstante los problemas medioambientales continúan brotando de forma cada vez más rápida; hasta si solucionásemos las dificultades ecológicas actuales podemos ver claramente que más van a venir en el futuro, pues no habremos acabado con la verdadera raíz y motor del problema ecológico.
Cuáles son las raíces espirituales de la crisis medioambiental? Cómo han desencadenado el abuso del mundo natural? Y cómo podemos rectificar o remediar estas raíces hoy?
Exploremos – a través del prisma de la enseñanza judía – varias causas fundamentales de nuestros desafíos ecológicos contemporáneos. Entre estas causas originales encontramos la arrogancia, la inseguridad, el deseo de honor, la desconexión del hombre moderno de sus congéneres y de la naturaleza, y la necesidad de sentir que tenemos el control. Nos centraremos en tres de ellas: la elusión de la responsabilidad de nuestros actos, el anhelo de satisfacción material inmediata, y la falta de vivir en el presente.
Tomando responsabilidad
Ser responsables y tomar responsabilidad es esencial para el ser humano. Dios puso los humanos en el Jardín del Edén “l’ovda u’leshomra”, para trabajarlo y protegerlo. El rabino Shlomo Riskin enseña que ser un shomer (protector) significa ser responsable. Esto queda claro con la respuesta que da Caín a Dios cuando este le pide sobre el paradero de su hermano: “Es que soy el guardián de mi hermano?”(shomer) – en el sentido de protección. La Biblia enfáticamente contesta: sí! En este contexto, el rabino Joseph Ver Soloveitchik dictaminó este valor central judío: soy responsable, luego soy.
Los humanos tiene la habilidad de escoger hacer el mal, y por lo tanto nuestra responsabilidad en ejercer nuestra libertad de elección correctamente es tremenda.8 Sin embargo, los humanos no siempre triunfan en el desafío de ser responsables. De hecho, después de esta instrucción que nos urge a ser protectores, la Torá prosigue con la historia del fracaso de Adán y Eva de tomar responsabilidad por sus acciones.9 El Talmud extiende este dictamen a tomar responsabilidad para con nuestra familia, comunidad y mundo, ya que en algún instante otros vaa a escuchar la llamada de otro, alguien que les insta a mejorar su forma de obrar.10
Hoy, no ser responsables de nuestras acciones nos permite rehuir afrontar los urgentes riesgos ecológicos del planeta. Usamos los recursos de la Tierra – árboles, minerales, petróleo – sin parar suficiente atención a como estos recursos son extraídos, transportados, y desechados. Probablemente no vemos el impacto de esto en nuestro aire, agua, o en la salud de gente que vive en paraderos remotos. Para despertar el valor judío de la responsabilidad, debemos ampliar nuestra perspectiva e incluir gente que no conocemos, y los hijos de las próximas generaciones. Utilizaremos nuestros recursos de forma mucho más responsable si nos paramos a pensar y a contemplar los efectos que causaran nuestras acciones.
La tendencia de evitar la responsabilidad de lo que supone nuestro estilo de vida es compartida para las masas en la sociedad contemporánea. Para podar esta raíz en tu vida, prueba extender el velo de tu sentido de responsabilidad a otros y al pequeño, invisible impacto que tienes sobre ellos. Luego, piensa en una acción específica que puedas llevar a cabo para tomar mayor responsabilidad sobre como vives y consumes.
Anhelo de Placer
Los Sabios enseñan que el deseo o la codicia es uno de los tres rasgos que eliminan a una persona del mundo.11 Hoy, vemos esta causa original bajo la forma de deseo de satisfacción material inmediata – de continua adquisición de más, mejor y diferente – de hacernos con ropa, zapatos, ordenadores y celulares de última moda.
Una persona movida por la avaricia es menos probable que se pare a considerar los efectos de sus acciones, tanto por lo que respeta a producir como consumir. Si todo lo que quiero es el producto final, entonces seguramente ignoraré las consecuencias de los medios utilizados. A pesar de que los obvie, estos medios – especialmente en la producción de bienes de consumición para billones de individuos – están provocando la extinción de especies, la contaminación del aire y del agua, y están alterando el equilibrio climático del planeta.
Podemos abordar esta raíz espiritual de la crisis ecológica mediante sentirnos satisfechos con lo que tenemos. Como está escrito en el Mishna in Pirke Avot (Ética de los Padres): “Quién es rico? El que es feliz con lo que tiene”.12 El hecho de empezar a sentirnos satisfechos con lo que tenemos es lo que genera riqueza personal, y no la acumulación de dinero o posesiones materiales.
Para aplicar esto en tu propia vida, piensa en una cosa que hace tiempo que quieres comprar, que sabes que no necesitas realmente. Luego, escoge no comprarla, basándote en la enseñanza de estar satisfecho con lo que uno ya tiene. Esta simple acción puede desencadenar toda una cascada a medida que compartes esto con otros y que permites que esta elección afecte decisiones futuras.
Vivir en el momento presente
En nuestra sociedad, corremos de una tarea a otra con apenas un respiro para reflexionar durante las largas semanas de trabajo. Nuestra cultura nos susurra que debemos hacer más, trabajar más duro, y comprar más – un ciclo interminable que dinamita nuestra paz interior y que ocasiona severos impactos al medioambiente. Todo esto por no vivir en el momento presente, lo que nos hace perder de vista lo que realmente importa. Nuestro ritmo frenético nos ha conducido a consumir los recursos del planeta a una velocidad más alta que el ritmo en que estos se regeneran, con lo que estamos dejando escasos recursos para los países de la periferia y para las generaciones futuras.
Como sucede con los dos rasgos anteriores, la falta de vivir el momento presente nos empuja a ignorar el impacto que nuestras acciones tienen sobre otras personas y sobre el mundo natural. La solución, consiguientemente, es cultivar el rasgo de vivir el momento, de vivir el presente.
Cómo puede uno cultivar esta cualidad? Mediante ser consciente de lo que está sucediendo en el ahora. El salmista Rey David, afirmó: “Siempre sostengo a Dios ante mi propio ser” – “Shivti Hashem l’negdi tamid”.13 La consciencia de que Dios está siempre presente en nosotros permite a una persona “hacerse amiga de su tiempo presente”14, pues sabe que cualquier cosa que suceda emana ahora de la Fuente Divina.15
El rabino Daniel Kohn nos ayuda a comprender lo que significa vivir en el presente:
Di, por ejemplo, que estabas contemplando la dulce carita de un niño pequeño, beatífica, resplandeciente mientras sujeta una vela, vibrante de Presencia. Di, entonces, que suavizarías tu mirada, y emociones, y simplemente te encontrarías en este querido momento del ahora; no juzgando, tampoco pensando, sino en una simple y dulce presencia. Tu conexión inicial con lo que ocurre en este momento, de hecho, puede que sea a través de tus ojos, pero a medida que “te enterneces” con lo que hay aquí, tu experiencia se convertirá más bien en una “reverberación” de esta vida que está brillando, con este calor de la sensibilidad vital, con algo que tú, y este niño, compartís y que os une. Puede que solo sea un momento, antes de que pienses “qué bonito” o “que dulce” o “dónde está la cámara, no quiero olvidar esto nunca”…Pero en ese momento, la cara de ese niño, este sentimiento de dicha, se convierten en ventanas que se abren hacia todo lo que existe, todo lo que conforma la Creación en su latir, bondad y luz.16
Vivir el presente sacia espiritualmente una persona y cultiva su humildad y modestia. Una persona se vuelve menos inclinada hacia la consumición materialista, nociva para el medioambiente, y más consciente de cómo su consumo afecta a otros.
Una forma de cultivar la presencia es frenar y descansar en el Sabbat judío. Destinando un día a la semana a reencontrarnos con nosotros mismo, con nuestra familia, y con nuestra comunidad podemos promover sutiles cambios espirituales en una persona. Esta sugerencia de estar presentes en el ahora durante el Sabbat también va dirigida a aquellos que ya observan el Sabbat. Tomar el Sabbat como vehículo para frenar y crear momentos en los que vivamos realmente el aquí y ahora pueden marcar la diferencia de forma mayúscula para mucha gente.
Un Hilo Común: Pensar a Largo Plazo
Estas tres causas – rehuir responsabilidades, sucumbir al deseo de satisfacción inmediata, y no vivir el momento presente – están unidas por un hilo común. Cada una de ellas nos conduce a ignorar el impacto que nuestros actos tendrán en el futuro.
La tradición judía sentencia que “El hombre sabio tiene los ojos en su cabeza”17. Los Sabios deducen de esto que un hombre sabio prevé lo que el futuro depara cuando todavía se encuentra en el comienzo de la acción.18 Así pues cuando Alejandro Magno preguntó a los Sabio judíos “a quién se le puede llamar “hombre sabio”? Ellos le respondieron “A aquél que puede ver las consecuencias de una acción”19. Ramban entiende que esto significa que una persona que focaliza su atención en el presente puede percibir los efectos que sus acciones desencadenaran en el futuro.20 Ramban enfatiza que los Sabios nos están hablando de aquello que se encuentra en el presente – de aquel que es capaz de ver en el momento actual lo que probablemente será en el futuro.
Irónicamente, el hecho de profundizar en el presente conlleva que una persona actúe bajo una mayor preocupación y cautela por el futuro. Presencia y visión de futuro son dos caras de la misma moneda: uno que realmente vive en el presente y con lo que está realizando podrá sospesar mejor qué efecto tendrá lo que haga.
Actualmente necesitamos desesperadamente empezar a pensar en el largo plazo a medida que se nos hace inevitable afrontar los problemas ecológicos. Aunque el cambio climático recibe la mayor parte de la atención, nuestros problemas se extienden vastamente más allá de esta cuestión. El científico ganador del premio Pulitzer Jared Diamond discernió los que él considera los doce mayores problemas medioambientales actuales, entre los cuales se cuentan la escasez de agua, la sobrepesca, la salinización de la tierra, y la pérdida de biodiversidad21 Hoy, Diamond puntualiza que estos doce problemas son como bombas de relojería dentro de la sociedad moderna, cada una con un detonador de menos de 50 años22. Es innegable pues que un cambio cultural y espiritual es fundamentalmente necesario.
Las enseñanzas judías se caracterizan por el hecho de pensar a largo plazo. Nuestras plegarias se remontan al Templo, que fue construido hace más de 3000 años y destruido por primera vez hace unos 2500 años. Comparando, cuando científicos escriben sobre posibles perturbaciones ecológicas previstas de suceder aproximadamente en el año 2050 – unos 41 años a partir de ahora, cuando probablemente nosotros o nuestros hijos seguiremos viviendo – puede que descartemos estas advertencias como admoniciones sin importancia para un futuro lejano. Pero lo hacemos en contra del conocimiento de nuestros Sabios.
Hoy en día nuestra visión de futuro debe ser asesorada por la consciencia global y ecológica, así como por valores judíos. La sabiduría de nuestra tradición es inmensa y poder acceder a sus mensajes espirituales de profundas raíces será esencial para poder afrontar los problemas medioambientales actuales desde sus raíces. Podemos elevar nuestros deseos y tomar mayor responsabilidad sobre nuestros actos. Tomando responsabilidad, resistiendo los impulsos de comprar lo que no necesitamos, y viviendo en el presente, podemos hacer una notoria contribución que ayude a proteger el medioambiente y a podar las raíces de los problemas ecológicos globales que nos conciernen a todos.
El mensaje que los Sabios dieron a Alejandro Magno sigue siendo de gran relevancia para nosotros, el mundo occidental, y el planeta entero: Sed conscientes ahora de las consecuencias de vuestras acciones. Un acto sabio que brote de una tal visión establecerá un ejemplo para el mundo – una luz para las naciones – que puede inspirar la humanidad a vivir de forma sostenible.
Este material fue producido como parte del proyecto de Judiocología. Jewcology.com es un nuevo portal web para la comunidad global judía medioambiental. Agradecimientos a la comunidad ROI por su generoso apoyo, el cual hizo posible el proyecto de Judiocología.
El rabino Yonatan Neril fundó y dirige Jewish Eco Seminars, un proyecto que involucra y educa la comunidad judía con conocimiento judío medioambiental. Ha trabajado con Canfei Nesharim durante los últimos seis años desarrollando recursos educativos relacionados con el Judaísmo y el medioambiente.
1 La búsqueda de la Verdad, vol.3.
2 Para más información sobre como el cambio climático ha inducido la reducción y pérdida de bosques, ver “With Deaths of Forests, a Loss of Key Climate Protectors”, Justin Gillis, The New York Times, 10/1/2011
3 Talmud Babilónico, Tractate Yoma 9b.
4 Sefer Netzach Yisrael, capítulo 4, p.58-9. De forma similar, el rabino Sholom Noach Berezovsky clamaba que por ambos Templos “fueron los pecados de los israelíes los que hicieron que cesase la elevada influencia divina de Dios, y entonces no podía establecerse una unión más elevada [entre el pueblo de Israel y Dios]…Pues la fuerza del Templo había sido ahuyentada, el Templo fue destruido por su propia gente”. Sefer Netivot Shalom: Mamidbar, p.210.
5 Talmud Babilónico, Tractate Sanhedrin 96b. El Talmud cuenta como Nebuzaradan por sí solo, sin ayuda alguna, consiguió penetrar los muros de Jerusalén, dar muerte a los defensores de la ciudad, e incendiar el Templo. Mientras celebraba su victoria con arrogancia, una voz descendió del cielo para explicarle este párrafo.
6 Chidushei HaRashba en el Talmud Babilónico, Tractate Nida, p.11a. Dijo lo mencionado en relación a las leyes de Nida. Ver también Beit Yosef sobre el Tur, Yoreh Deah 184:6. El rabino Moshe Chaim Luzzatto hizo una declaración más genérica sobre como, si afrontamos una enfermedad con la intención de arrancarla y acabar con ella, debemos arrancar su auténtica causa (Da’ath Tevunoth/ Un Corazón Sabio, Feldheim Publishers: 1982, p.304).
7 “China_Charges_Up: The Electric vehicle Opportunity” Paul Gao et.Al, Octubre 2008, p.9.
8 El rabino Ovadia Sforno, comentario sobre el Génesis 1:26
9 Ver Génesis 3:8-13
10 Talmud Babilónico, tractate shabbat, p.54b.
11 El Sefat Emet cita esta enseñanza de los Sabios en su comentario sobre Sefer Bamidbar, Parshat Beha’alotcha, año 5644.
12 Pirke Avot 4:1, en el nombre de Ben Zoma.
13 Salmos 16:8.
14 Eckhart Tolle escribe extensamente sobre esto y sobre cultivar la presencia en sus libros El Poder del Ahora y Una Nueva Tierra, y proporciona técnicas prácticas para llevarlo a cabo.
15 El rabino Shalom Arush en El Jardín de Emuna analiza la importancia de emunah, lo que se relaciona con vivir el presente con lo que ocurre en él.
16 “Chanukah y la Luz de los Pequeños Barcos”, ensayo no publicado, Diciembre de 2010.
17 Ecclesiastes 2:14.
18 Talmud de Jerusalén, Tractate Sotah 8:10.
19 Talmud Babilónico, tractate Tamid 32a. De forma similar, Prkei Avot (Capítulo 2, secciones 10 y 13) enseña que “el rabino Yochanan ben Zakkai tuvo cinco discípulos [primarios]…Y él les dijo: Salid al mundo y descubrid cuál es el camino apropiado que todo hombre debería seguir. El rabino Shimon sugirió: “Ese que sabe sospesar el resultado de un suceso”. (ha’ro’eh et ha’nolad’).
20 Maimónides, Comentario sobre Mishna a Avot 2:9, basado en el rabino Yosef Kapach.
21 Colapso, p.487. J.Diamond enumera los doce mayores problemas medioambientales del siguiente modo: 1) La destrucción de hábitats naturales 2) La sobrepesca y el impacto medioambiental de la acuicultura 3) La pérdida de biodiversidad 4)La erosión de la tierra y la salinización 4)Techos energéticos para la extracción de combustibles fósiles 6)Sobreutilización de agua dulce 7)Usar o desviar luz solar para fines humanos vs. Dejar que esta sea utilizada por vegetales 8) Impacto en el mundo natural y en las personas de las sustancias químicas 9) Especies invasoras 10) Emisiones causantes del agotamiento de la capa de ozono y del cambio climático 11) El crecimiento de la población 12)Consumición humana.
22 Collapse, Viking publishers: Nueva York, 2005, p.498.